HABLAMOS DEL TRASTRONO DEL DESARROLLO DE LA COORDINACIÓN (TDC)
"NIÑO TORPE". No me gusta este adjetivo. No se debería usar esta etiqueta con ningún niño. De hecho, ¿sabes qué esconde esta palabra?
Escucho muchas veces a otros padres en el parque o en la puerta del colegio eso de.. "mi niño no hace ésto o aquello porque es un poco torpe" o eso de... "a mi hijo no le gusta jugar al baloncesto, o correr, o trepar, o saltar,..." o " es que mi hijo es muy tranquilo y prefiere quedarse sentado en el recreo" o "es que se cae todo el tiempo" o "es que tira todas las cosas, derrama el agua, se choca con los muebles..."
¿Te has sentido reconocido en alguna de estas afirmaciones?
Te propongo un ejercicio. Cambia esa afirmación de "a mi hijo no le gusta..." por "a mi hijo le cuesta...". A mi hijo le cuesta jugar a la pelota, a mi hijo le cuesta correr o trepar, a mi hijo le cuesta mantenerse en pie y no caerse, a mi hijo le cuesta agarrar algo sin tirar lo de al lado, etc. Estoy seguro que tu percepción como padre o madre va a cambiar respecto de tu hijo. Y seguro que le vas a entender mejor a él y vas a entender ciertas situaciones de otra forma.
Hay muchas formas de expresar lo mismo. Pero, a menudo será una dificultad.
Niños etiquetados como "torpes" en el colegio, en el parque, por otros niños u otros padres es cada vez más frecuente. Se estima que entre el 5-8% de los niños en edad escolar tienen estas dificultades de movimiento. Actualmente se engloban bajo un término diagnóstico que es el trastorno del desarrollo de la coordinación (TDC).
La estimación dada, es cuestionada por otros autores que creen que está poco valorado. Es decir, piensan que no todos los padres que sienten que su niño es menos coordinado que el resto o que tiene dificultades para realizar actividades motoras en su vida diaria van a acudir al pediatra y van a ser "diagnosticados".
Así, mucho niños con TDC quedarían fuera del control y acompañamiento por parte del médico, y fuera de las estadísticas oficiales. Así que se podría elevar ese porcentaje al 10-15% o incluso más.
Por tanto, podemos decir que estamos con un problema serio. Un problema que puede afectar a la vida de muchos niños.
Sabemos que acompañar el neurodesarrollo durante la infancia es clave para evitar estas dificultades.
- El equilibrio, sentir tu cuerpo, dónde está y qué hace, es la base.
- Después los patrones posturales, de movimiento, coordinación e incluso de comportamiento se irán construyendo en los primeros años de vida del niño.
- Y las estimulaciones que les ofrezcamos en este periodo ayudaran al desarrollo de sus capacidades físicas.
Pero estamos en la era digital donde las pantallas están copando una gran parte del tiempo de nuestros hijos. Donde estar sentados frente al teléfono móvil, tablet, ordenador, o videoconsola es habitual y frecuente. Donde lo sedentario roba tiempo a lo activo.
Tenemos que frenarlo... ¡Así que lo primero que los padres pueden hacer es ejercer de modelos para sus hijos! ¡Modelos de salud!
- ¿Como un niño o niña va a jugar a la pelota si sus padres nunca jugaron a eso con él?
- ¿Cómo un niño va a trepar o a correr si no le han dado la oportunidad y el lugar para ello?
- ¿Cómo un niño no va a estar con el teléfono móvil si sus padre están casi siempre con él en la mano?
Dejemos las pantallas a un lado (las nuestras también), y pongámonos a movernos y a jugar con nuestros hijos y a promover el juego y el movimiento con sus iguales. Juegos variados, físicos, con pelotas, constructivos, imaginativos, manipiulativos, creativos, etc Desde el principio de sus vidas y durante toda su infancia.
Y si les estimulamos y acompañamos de forma óptima y aún así tienen dificultades, lo ideal seria acudir a un profesional que valorase específicamente su desarrollo sensorial y motor. Pediatra, fisioterapeuta, optometrista, terapeuta ocupacional, etc. Hay intervenciones que ayudarán mucho a mejorar esos problemas de equilibrio, movimiento o coordinación que puedan estar presentes.
Pero, desde mi punto de vista, el mayor problema es que estos niños se cohiban, se aparten, se enfaden, rechacen actividades, etc. ¡Que no quieran hacer cosas con los demás!. La participación de estos niños con su entorno (familia, amigos, escuela, deportes, actividades, etc) debería ser una prioridad. Que puedan realizar las mismas cosas que el resto y que sean incluidos en el "grupo" y disfrutar de esas experiencias debería ser un objetivo claro para nosotros como padres o como profesionales.
Además, normalizar estas situaciones disfuncionales es un error. Por qué dejar a nuestros hijos con una etiqueta "de por vida". Ya sabemos que las etiquetas no ayudan, ¿verdad?
Intentar dar la vuelta a esta situación y poder cambiar el funcionamiento de estos pequeños es un reto apasionante y a la vez una necesidad real.
Niños que puedan desarrollar al máximo sus capacidades físicas.
Porque sobre lo motor se asentará lo emocional.
Y sobre lo motor y lo emocional, se asentará lo mental.
Niños sanos y felices. Niños que quieran y puedan hacer todo aquello que se propongan.
¡Actuemos!
Israel Jiménez
Fisioterapeuta pediatrico experto en TMPI y RPG.
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